miércoles, 5 de febrero de 2014

Buff " Casablanca "

No estaba destinada a convertirse en película de culto. William Wyler fue la primera opción del productor Hal Wallis para dirigir el film, pero sería el nombre de Michael Curtiz el que quedaría grabado con letras de oro en la inmortalidad. Basada en la obra teatral “Todos vienen al Café de Rick”, los gemelos Epstein dotaron a Casablanca de un sentido del humor exquisito, barnizado de frases memorables (“¿Me desprecias, verdad, Rick?” “Si llegara a pensar en ti, probablemente, sí ”) y, al mismo tiempo, pusieron de manifiesto su afición por los coches con la elección de determinados nombres de personajes como Renault o Ferrari. Howard Koch, por su parte, se encargaría del aspecto político, mientras que Michael Curtiz insistió en que se mantuviesen los flashbacks de París con el objetivo de realzar el perfil romántico de la película.
Se barajó, en principio, el nombre de Ronald Reagan para el papel protagonista, quien no intervino en Casablanca, pero lograría, en cambio, acceder a la Casa Blanca unas décadas más tarde. Pero a lo que iba. Porque el que, verdaderamente, sobresale —el mito— esHumphrey Bogart, que está soberbio. Richard Blaine nos viene a demostrar que un día fuimos jóvenes y creímos en altos ideales: libertad, amistad, solidaridad con los indefensos…Ideales de los que el mismo Rick, en ocasiones, pretende renunciar inútilmente (“Yo no me juego el cuello por nadie”), al erigirse como un personaje desgarrado por su pasado, que interpone varias capas de cinismo entre su forma de supervivencia (soborna al capitán Renault) y su indómito espíritu libre y fraternal, que le hace, en última instancia, adherirse a la causa defendida por Víctor Laszlo. No obstante, a la hora de la verdad, Ricksiempre se sitúa en el lado de la justicia, que no siempre coincide con el de la legalidad vigente, desafía al poderoso y otorga prioridad al bien común sobre el egoísmo individual.


Los actores secundarios tampoco desmerecen. Con Claude Rains (prefecto de policía Louis Renault) pasamos un rato divertido y nos brinda frases antológicas de un humor insuperable (“Más de una vez me he preguntado por qué no regresa usted a América. ¿Robó los fondos de una iglesia o se escapó con la esposa de un senador? Quisiera creer que mató a un hombre. Soy un romántico”), mientras que el austríaco Paul Henreid(Víctor Laszlo), encabezando a una multitud enardecida, nos hace vibrar entonando una “Marsellesa” que consigue acallar las voces de varios soldados alemanes allí congregados que, ebrios de poder, se hallaban cantando “Die Wacht am Rhein” (“El guardia sobre el río Rin”). Hasta la renegada Yvonne logra conmovernos, sumándose, con llanto tierno y sincero, a ese canto por la libertad, que constituye una de las escenas clave de la película. Y es que la música en Casablanca cobra un valor extraordinario. En ese sentido, Max Steiner fue una apuesta segura por parte del productor, tras su éxito cosechado tres años antes con la partitura de Lo que el viento se llevó. “As Time Goes By” (“A medida que el tiempo pasa”) provoca, en definitiva, honda emoción, haciéndonos recapacitar sobre el ineluctable paso del tiempo. Nos invita también a reflexionar sobre lo que realmente merece la pena ser vivido frente a aquello insustancial, secundario, cuando no meramente accesorio; aquello superfluo que no sabe ni conduce a nada. Play it again, Sam!

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